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miércoles, 19 de junio de 2013

Ouaddou: “Para los qataríes, los futbolistas son esclavos”

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Traspasado contra su voluntad, sometido a entrenamientos bajo 50 grados y sin permiso para salir de Qatar. Abdeslam Ouaddou, exfutbolista del Fulham y del Nancy, está ya fuera de peligro pero sigue en pie de guerra. El equipo qatarí de Tamim Ben Hamad Al Thani, también dueño del PSG, aún le debe un año de suelo, pero su cruzada va mucho mas allá.
No es oro todo lo que reluce en Qatar. Abdeslam Ouaddou puede dar fe de ello. El exinternacional marroquí habla rápido, sin apenas recuperar el aliento al cabo de largas frases que expresan esa herida todavía abierta sobre su dignidad humana. “Los cataríes creen que todo les está permitido, porque para ellos con dinero se compra todo, tanto los inmuebles como las acciones o las personas. Para ellos, yo no era más que un esclavo”.
En el 2011, Abdeslam Ouaddou, como muchos, tomó el camino del exilio dorado, dejando atrás la competición francesa por las arenas, todavía no movedizas, de Qatar.“Tras doce años jugando al más alto nivel y con cerca de setenta selecciones con Marruecos, no se puede decir que las ofertas fueran numerosas, aunque todavía tenía mucho que dar sobre el terreno de juego. Cuando llegó la propuesta del Lekhwiya Sports Club, lo más importante fue la presencia del entrenador Jamel Belmadi, mi antiguo compañero de equipo en el Valenciennes, así como el ambiente francófono que reinaba en el seno del club, puesto que tanto Aruna Dindane como Bakari Koné, los dos internacionales marfileños, se encontraban allí… Claro que se habló de dinero, como cuando firmé cada uno de mis contratos. Soy un futbolista profesional. El fútbol es mi trabajo, y me pagan por jugar”.
“Para presionarme, me asignaban a dobles sesiones diarias individuales bajo 40 y 50 grados a la sombra”
El Lekhwiya aspiraba a conseguir una plaza entre los cuatro primeros, pero terminó la temporada en lo más alto del pódium. El capitán del equipo campeón de Qatar en 2011 recuerda: “Todo era maravilloso, idílico. Estábamos en una nube, y nuestro jefe, el mismo que también preside el PSG, se frotaba las manos con el título, el primero en la historia del club…”.
Con el título en mano, el gran defensa marroquí volvía a Francia a pasar sus vacaciones, sin sospechar lo que estaba ocurriendo entre bastidores.“He entendido, aunque demasiado tarde, que los contratos no tienen el mismo valor en Qatar. De la noche a la mañana, si dejas de caer bien, ya no eres nada. Nada en absoluto; aunque seas campeón, capitán, internacional… No eres más que una cantidad despreciable, ¡morralla!”.
El antiguo jugador del Nancy y del Fulham todavía recuerda el inicio de su calvario: “Tan solo unos días después de reanudar los entrenamientos, me notificaron que tenía que abandonar el club. Intenté debatir, pero fue imposible, ya que no se cansaban de repetir “No se discuten las órdenes del Príncipe’’.
El “Príncipe” es el jeque Tamim Ben Hamad Al Thani, también propietario del PSG. Se mostró hasta “generoso” al entender las razones de su antiguo capitán: “Había decidido enviarme a otro club, el Qatar SC, y proponerme un año de contrato adicional, todo para hacerme pasar por el aro. Me negué, para defender mi causa, mi voluntad de permanecer en el club con el cual acababa de ser campeón, ese club en el cual me encontraba bien…”.
“El francés Zahir Belounis sigue retenido en Qatar con su familia en contra de su voluntad y sin sueldo”
Echarles un pulso es inútil, y Ouaddou, tras haberlo entendido, acabó por ceder. “Contra mi voluntad, cambié de club pero, por extraño que pueda parecer, no hubo traspaso, ni cesión, ni rescisión de contrato por acuerdo mutuo con el Lekhwiya. Pasé de un club a otro como por arte de magia. Simplemente, me mostraron un nuevo contrato de dos años, y me presionaron para que lo firmara… Eso suponía un año más que de contrato, cierto, ¡pero eso no es lo que yo quería!”.
El Qatar SC terminó en el octavo puesto del campeonato en 2012, mientras el Lekhwiya revalidaba su título. Y vuelta a empezar. Vacaciones en Francia, regreso a Qatar… “Y ahí estoy de nuevo, desde el primer día de entrenamiento, convocado por los directivos. Esta vez, no se me ofrece una nueva oportunidad. El comité desea rescindir mi contrato, que expiraba en julio de 2013. Se me habla de una pequeña indemnización, pero ante todo se me insiste en que la decisión es firme y definitiva”.
Ante la negativa de Abdeslam, aumenta la presión: “No me dieron ficha, por lo que ya no podía disputar encuentros oficiales. Me prohibieron el acceso a las instalaciones y a los medios de comunicación locales. Participaba en el calentamiento colectivo, pero en cuanto había que jugar con el balón, era apartado. Han hecho todo lo posible para desalentarme. He obedecido, nunca me he quejado, nunca he alzado la voz… Y como ese trato no surtía efecto, tomaron medidas más drásticas. Me excluyeron de la pretemporada, pero obligándome a presentarme en el entrenamiento todos los días. Para presionarme, me asignaban a dobles sesiones diarias individuales bajo 40 y 50 grados a la sombra”. Con la salvedad de que sobre el campo de entrenamiento no hay ninguna sombra.
Entonces Ouaddou dobla el espinazo y aprieta los dientes. Sabe que quieren que se hunda y obligarle a que se vaya: “En otros clubes, algunos han cedido tan solo tras unos días, porque esos métodos son inhumanos, bárbaros. Todavía recuerdo al entrenador decirme que si aceptaba irme ponía fin a mi sufrimiento, pero no tiré la toalla. No sé si es cuestión física o mental… o tal vez las dos cosas, pero resistí”.
Y todos los medios son buenos para que el antiguo internacional marroquí acepte rescindir su contrato: “Ya no me pagaban… Y cuando reclamé lo que se me debía, nadie me respondió. Yo ya no existía. En vano, solicité una reunión con el jeque… En julio de 2012, interpuse una demanda ante la FIFA…”.
El jugador sumaba 90 días sin salario y, según los reglamentos de la Federación Internacional, el jugador era libre de rescindir su contrato. Pero los problemas de Abdeslam no terminaban ahí. Aunque la FIFA había transmitido su requerimiento a la federación, que la transmitió al club, fue una llamada telefónica la que le dejaría aturdido, como a un boxeador en la esquina del cuadrilátero, que acaba de escapar al K.O.: “Para trabajar en Qatar, hay que estar apadrinado por un catarí… Yo lo estaba por un miembro de mi primer club, el Lekhwiya. Es esta persona, evidentemente, quien me llama para notificarme que no obtendría mi visado de salida más que con una condición: ¡que retire mi reclamación ante la FIFA!”.
Me dijeron: ‘’Vamos a hacer todo lo posible para que el asunto se alargue y esperes tu dinero durante el mayor tiempo posible. Tenemos mucha influencia en la FIFA’’
En Qatar, donde el deporte se ha convertido en el primer medio de comunicación, se cuida mucho la imagen… Y este marroquí rebelde no es lo más apropiado: “Cuando comencé a decir que iba a acogerme también a la Liga por los Derechos del Hombre, el tono cambió. Rápidamente me dieron mi visado de salida y, el pasado mes de noviembre dejé Qatar, no sin antes recibir una dedicatoria: ‘‘’Vamos a hacer todo lo posible para que el asunto se alargue y esperes tu dinero durante el mayor tiempo posible… cuatro o cinco años, como mínimo, pues tenemos mucha influencia en la FIFA’’. ¡No respetan a nada ni a nadie!”. “Los cataríes creen que todo les está permitido, porque para ellos el dinero lo compra todo, tanto los inmuebles como las acciones o las personas. Para ellos, yo no era más que un esclavo”.
Para Ouaddou, la cruzada continúa. Lucha por él mismo y por todos los futbolistas que “han encontrado exactamente los mismos problemas que yo. El francés Zahir Belounis sigue retenido en Qatar con su familia, sin sueldo y en contra de su voluntad. Hasta se plantea iniciar una huelga de hambre. Sé que son poderosos, sé que todas las puertas se abren ante ellos, sé que el dinero es el rey, pero no se trata a una persona de esta manera sin pagar por ello. No voy a parar de denunciar sus métodos. Han querido destrozarme, pero no lo han conseguido. Voy a resurgir, al menos eso espero. Nadie, ni siquiera los qataríes, van a robarme la vida”.