«Málaga deseaba que el Granada lograse el ascenso», insiste el hoy director de la Escuela del Málaga, que prevé un partido «interesante» Ben Barek es recordado con cariño en las dos ciudades tras su paso como jugador y entrenador
«La gente es buena», suele decir el hispanomarroquí. Ya no lleva su bolsa de dátiles que lo acompaña siempre en el Ramadán. Ahora va con una carpeta, con esa sonrisa contagiosa y esa bonhomía tan suya. Cada chavalín de la Escuela de Fútbol es como si fuera otro de «mis niños», como llamaba y llama a los canteranos a los que aupó al primer equipo malaguista a comienzos de los 80.
«Míster, el lunes, Málaga-Granada». No hace falta decirle más. Como si él no lo supiera. Estuvo el día antes en la capital de la Alhambra y fue agasajado como un héroe. «Hubo mucha gente, dejé allí muchísimos amigos. Estuvieron jugadores que fueron compañeros míos y otros a los que entrené». Claro que de aquellos duelos de antaño queda poco. Afortunadamente. «El fútbol ha evolucionado y ya no hay tanta agresividad. La gente va a disfrutar del partido y hay más deportividad. Además, Málaga deseaba que el Granada lograse el ascenso. Estar abajo tantos años ha generado hermandad. Seguro que si el Granada lo hace bien, La Rosaleda aplaudirá».
La vida de Ben Barek está marcada por el Granada y el Málaga. Por ese orden cronológico. En los sentimientos es distinto el orden. Porque curiosamente llegó a Málaga, a su Málaga -el propio rey Hassan II lo llamaba 'Abdallah Málaga'- desde la ciudad vecina en sus dos etapas, como jugador y como entrenador. Otra paradoja: La Rosaleda se echó abajo para hacerla nueva, y el viejo Los Cármenes es historia. «Recuerdo que al lado estaba la cárcel y que los presos se subían para tratar de ver desde la ventana y me aclamaban: 'Ben Barek, Ben Barek'».
Abdallah ben Barek Antaki llegó a España para jugar en el Granada en 1956. «Yo era un chavalillo que por primera vez salía de su país. Tuve la suerte de que en la primera temporada subimos a Primera, así que los dos años allí fueron inolvidables. Pero necesitaban un portero y firmaron a Carlos Gomes (recordado meta portugués luego muy vinculado a Málaga) y como la ley decía que solo podían coincidir dos extranjeros y uno de ellos debía ser sudamericano me tuve que marchar. Pero vino por mí Julio Parres, llegué al Málaga y...»
De aquella rivalidad recuerda especialmente aquel Trofeo Ciudad de la Alhambra en 1978, con él como entrenador del Granada y con el Málaga y la selección de Marruecos en el cartel. «El Málaga ganó el trofeo, pero no se lo llevó. La afición no dejó que eso ocurriera. Tuvo que ir días después una camioneta de noche para recogerlo y traerlo a las vitrinas de La Rosaleda», recuerda.
Impulsor de la cantera
Después, como entrenador, aún se recuerda en Granada aquella gran temporada a finales de los 70, cuando el Betis lo apartó del ascenso en el último partido. Después de dos años allí recaló en el Málaga para afrontar una reestructuración en la plantilla y fue el primer impulsor de la cantera. Después, su segundo, un 'tal' Antonio Benítez, continuó por aquella vía.
Vaticina que el próximo Málaga-Granada será «interesante». «Tenemos un Málaga al alza y un Granada que ha intentado hacer un buen equipo. Aunque se han hecho las cosas bien, no será fácil para el Málaga». Pero se siente feliz porque al fin sueña con ver un Málaga grande: «Tiene personalidad. Trata bien el balón y cuenta con un estilo definido. No va a lo loco y con voleones, sino que se apoya, juega en el espacio libre adecuado... Pero hay que ir paso a paso. En fútbol no te puedes fiar». Palabra de Abdallah de Málaga y Granada.
En su etapa malaguista
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